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La historia del Santo Domingo Colonial tiene su construcción formal; sus hechos comprobados, sus acontecimientos de incuestionable veracidad conservados en el archivo de Sevilla, registrados en las cédulas reales que dan fe de de su emblemática fortaleza, de su muralla; se alimenta de las crónicas de periódicos de la época que contaron con detalle la invasión de Drake, la primera invasión norteamericana del 1916, la llegada de los españoles republicanos, la llegada de los judíos durante la segunda guerra mundial y muchos otros acontecimientos que fueron dibujando en nuestra ciudad cicatrices y alegrías que dieron forma a la geografía urbana de la ciudad y al ánimo de sus vecinos.

Frente a esta construcción de consenso histórico existe otra historia menos científica pero de más larga data, la que forma parte de esta y de todas las civilizaciones de las que tenemos conocimiento. Esta otra historia toma forma en las esquinas de la ciudad, en cada uno de los portales de nuestras casas, en las salas y las habitaciones que habitan los vecinos de Santo Domingo Colonial. El que más conciencia tuvo de la importancia de esta historia, el que más la practicaba y conservaba era don Pedro Pablo Ramírez Puesan, conocido por todos los vecinos sencillamente como Don Payo o «Payo Puesán» como él mismo se presentaba.

Don Payo tenía una anécdota, un dato y una reflexión de cada rincón del Santo Domingo Colonial. Nació en el inicio de la calle Las Damas, primera calle que trazó Ovando al pensar esta ciudad y aunque recorría y conocía cada palmo de la ciudad intramuros y vivió en diferentes casas; al momento de morir fue a la misma habitación donde nació en compañía de un retrato de su mamá y otro de su abuela que su sobrina tuvo el cuidado de colocar frente a su cama «para que se fuera de la manera más feliz posible».

Don Payo concibió y colaboró en muchas de las restauraciones que se llevaron a cabo en la ciudad colonial en los últimos 60 años, un arquitecto empírico que era consultado por todos los que asumieron con responsabilidad su trabajo de restauración y revitalización en la ciudad primada de América. A sabiendas de la riqueza, credibilidad y respeto que don Payo despertaba en la comunidad; desde el Centro Indotel Cultura Digital nos acercamos a él para que nos ayudará a entender en su esencia las comunidades aledañas con las que íbamos a trabajar.

Este acercamiento incluyó una entrevista donde, con su particular forma de contar Don Payo nos habló sobre el barrio de Santa Bárbara, su conformación inicial, sus tradiciones; en fin, unos pocos minutos de vídeo que hoy compartimos con ustedes como un humilde homenaje a la vida y al espíritu que nos acompañó y enriqueció con conversaciones y anécdotas que no dejaban de sorprendernos nunca.

Gracias por todo Payo!

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